Retomar el pasado por cinco días, hasta que la Línea 1 del Metro retorne a Villa Mella

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La suspensión del servicio del en cinco estaciones elevadas de la Línea 1 del Metro se debe a los trabajos para integrar trenes de seis vagones a partir de agosto
Miercoles 16 de julio del 2025
La mañana de este miércoles, Villa Mella parecía una estampa del pasado. Carritos públicos repletos, motoristas rodeando las filas y guaguas desbordadas retomando sus rutas habituales, mientras los moradores sufrían los tapones y el calor. Y lo que queda durante cuatro días más, los residentes de esta zona tendrán que revivir lo que hace más de quince años no sucedía con esta intensidad: el caos del transporte antes de la construcción del Metro de Santo Domingo.
La suspensión del servicio del Metro se debe a los trabajos para integrar trenes de seis vagones en cinco estaciones elevadas de la Línea 1. A partir del miércoles 16 hasta el viernes 18 de julio se suspenderá el servicio entre las estaciones José Francisco Peña Gómez y Mamá Tingó. Mientras que, el sábado 19 y el domingo 20 del mismo mes se interrumpirá el tramo entre las paradas Hermanas Mirabal hasta Mamá Tingó.
«Uno salía a las 8:00 de la mañana y todavía a las 9:00 no había llegado al trabajo», recuerda Crucito del Rosario, de 64 años, mientras sirve café, chocolate y té a pocos pasos de la estación Hermanas Mirabal.
Crucito, quien ha vivido en el sector por más de 30 años, describe los días previos al Metro: «Antes lo que había eran carros públicos, guaguas de concho y las banderitas».
A su juicio, el Metro marcó un antes y un después. «El Metro es lo más importante que se ha hecho en este país», dice, mientras despacha un café a un cliente que se queja del tapón que acaba de cruzar en una Omsa abarrotada.
«La cosa se puso buena»
Jorgelio Segura, de 62 años, también rememora los días del transporte precario en Santo Domingo Norte. «Antes de que Leonel (Fernández) empezara el Metro, esto era difícil. Después, la cosa se puso buena», afirma.
Para Ana Peña, de 73 años, la diferencia es clara: «Uno cogía trote como quisiera porque había muchísimo tráfico por los carros y las guaguas de concho. Ahora, en el Metro, uno llega en media hora a donde va».
El testimonio se repite. Nancy de la Rosa, residente en la localidad desde hace más de 35 años, recuerda cuando tardaba hasta tres horas para llegar a la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). «Eso no tiene comparación. Lo que antes me tomaba tres horas, ahora lo hago en 25 minutos».
La Omsa gratuita, pero insuficiente
Durante este cierre temporal de estaciones, la Oficina para el Reordenamiento del Transporte (Opret) ha habilitado unidades de la Omsa sin costo adicional para cubrir las rutas afectadas.
Sin embargo, el servicio alternativo no logra igualar la eficiencia del Metro. «Pasó lo mismo que antes: un caos», lamenta Mario Núñez, quien ha vivido más de 40 años en la zona y recuerda bien los días en que solo existían las guaguas de concho como opción.
Nelly, nativa de Villa Mella, es aún más gráfica: «Había que correr en bicicleta, caballos, motores y hasta carretas. Ahora está más estable, pero sin el Metro, la cosa se complica».
Un respiro para los motoristas, pero con más estrés
Para los motoristas como Junior Ortiz, estos días tienen un sabor agridulce. Hay más clientes, sí, pero también más tráfico y tensión. «Había demasiados tapones antes. Ahora van a poner seis vagones, y eso va a ayudar. Más gente se moverá rápido y nosotros también haremos dinero más rápido», dice mientras deja a un pasajero en la zona.
¿Por qué cerraron las estaciones?
- Según la Opret, esta intervención permitirá duplicar la capacidad del servicio, ya que a partir de agosto los trenes contarán con seis vagones, transportando a más de 1,000 usuarios por viaje.
El objetivo es reducir la congestión, mejorar la movilidad y transformar de nuevo la forma en que se mueve la ciudad.
Mientras tanto, Villa Mella revive por unos días la historia de su propio transporte. Como si el reloj retrocediera, el barrio vuelve a la época en la que desplazarse al centro de la capital era un desafío diario y los tapones eran parte inevitable de la rutina.
(LD)